Recomendación


Se recomienda usar naltrexone para el trastorno por consumo de alcohol en pacientes con enfermedad hepática estable.


Choosing Wisely ® : Things we do for no reason    (CHOOSING WISELY®: THINGS WE DO FOR NO REASON™)


El trastorno por consumo de alcohol (AUD) es una causa frecuente de hospitalización, pero el acceso a tratamiento farmacológico sigue siendo muy limitado. A pesar de su eficacia, menos del 1% de los pacientes con AUD en Estados Unidos reciben medicación basada en la evidencia. Naltrexona, acamprosato y disulfiram son los tres fármacos aprobados por la FDA para AUD, pero la naltrexona es ampliamente preferida debido a su posología más conveniente y su eficacia sin necesidad de abstinencia previa. Sin embargo, persisten preocupaciones sobre su seguridad en pacientes con enfermedad hepática, lo que lleva a muchos clínicos a evitar su uso en personas con cirrosis. El temor a la hepatotoxicidad de la naltrexona proviene de estudios de los años 80 en los que dosis elevadas (hasta 300 mg/día) se asociaron con daño hepático. Como resultado, la FDA emitió una advertencia sobre hepatotoxicidad en personas con enfermedad hepática activa, lo que generó dudas entre los médicos sobre su seguridad. Sin embargo, esta advertencia se eliminó en 2013, ya que no se han reportado casos de insuficiencia hepática atribuibles a naltrexona y la evidencia disponible no sugiere que cause progresión de la enfermedad hepática. Un análisis reciente de 118 ensayos clínicos con más de 20,000 pacientes demostró que la naltrexona oral reduce significativamente el riesgo de recaída en el consumo de alcohol, con un número necesario a tratar (NNT) de 11 para prevenir un retorno al consumo excesivo. En pacientes con cirrosis, los estudios han mostrado que el uso de naltrexona o acamprosato se asocia con una reducción de la mortalidad y de las hospitalizaciones relacionadas con el alcohol. Un estudio de cohorte retrospectivo en el sistema de salud de Veteranos de EE.UU. con más de 9,000 pacientes con cirrosis relacionada con el alcohol encontró que aquellos que recibieron naltrexona o acamprosato tuvieron una reducción del 20% en la mortalidad en comparación con aquellos sin tratamiento. Otro estudio en 2,940 pacientes con cirrosis tratados con naltrexona mostró que las transaminasas disminuyeron con el tratamiento y que solo el 2% de los pacientes experimentaron elevaciones enzimáticas, ninguna de ellas clínicamente significativa. La naltrexona no se asoció con episodios de descompensación hepática ni con mortalidad relacionada con insuficiencia hepática. A pesar de la evidencia disponible, persisten barreras para su prescripción. Encuestas a médicos hospitalarios han identificado preocupaciones sobre su seguridad, falta de conocimiento sobre su efectividad y creencias erróneas sobre la necesidad de abstinencia previa. Muchos médicos consideran que solo psiquiatras o especialistas en adicciones deben prescribir naltrexona, lo que limita aún más su disponibilidad. Si bien el uso de naltrexona debe individualizarse, la evidencia indica que es segura en pacientes con cirrosis Child-Pugh A y B. En casos de cirrosis descompensada o hepatitis alcohólica aguda grave, acamprosato puede ser una alternativa. Sin embargo, en muchos pacientes con enfermedad hepática, el beneficio de reducir el consumo de alcohol con naltrexona supera ampliamente el riesgo potencial de hepatotoxicidad. La hospitalización representa un momento clave para iniciar tratamiento, ya que mejora la tasa de adherencia y reduce la probabilidad de recaídas y reingresos hospitalarios.


Idioma:

Español

Especialidad:

Medicina Interna, Digestología / Gastroenterología

Año Publicación:

2024

Tipo de Intervención:

Farmacológica (no antineoplásicos)

Tipo de Recomendación:

Alto valor

Fuente:

Enlace a la recomendación en la página web de la iniciativa.