No se recomienda usar restricciones físicas o químicas, fuera de situaciones de emergencia, en el cuidado a largo plazo de residentes con demencia que presenten síntomas conductuales y psicológicos de angustia; en cambio, evaluar las necesidades no satisfechas o desencadenantes ambientales e intervenir utilizando enfoques no farmacológicos como primer enfoque para la atención cuando sea posible.
Choosing Wisely® (American Academy of Nursing)
Los síntomas conductuales y psicológicos de angustia (BPSD, por sus siglas en inglés) incluyen agresión, agitación, deambulación, vocalizaciones disruptivas, ansiedad, apatía, alucinaciones y depresión. La mayoría de las personas que viven con demencia experimentarán estos síntomas. Dan como resultado una calidad de vida deficiente, un declive cognitivo y funcional más rápido, un alto riesgo de abuso, sobrecarga del cuidador y un enorme costo para el sistema sanitario de los EE. UU. De hecho, la atención a la demencia se encuentra entre las enfermedades más costosas, incluidas la diabetes, el cáncer y las enfermedades del corazón; y los BPSD representan el 30% de los costes totales de la demencia. A pesar de los altos costes humanos y económicos asociados a estos síntomas, su tratamiento continúa desafiando a los profesionales y sigue siendo una de las principales prioridades de investigación en los entornos de atención a largo plazo. Debido a que los BPSD a menudo se desencadenan por un cambio en la condición física, una necesidad insatisfecha o un entorno que excede el umbral de estrés de la persona, es importante que estos desencadenantes se aborden como la primera línea de tratamiento en lugar de recurrir a la restricción física o química, que conlleva riesgo de efectos adversos.
Idioma:
Inglés
Especialidad:
Enfermería, Geriatría, Psiquiatría
Año Publicación:
2018
Tipo de Intervención:
Otra
Tipo de Recomendación:
Bajo valor
Fuente:
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